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martes, 23 de noviembre de 2010

OLIMPIA - I -

Por: Yvonne Silva Espinosa



Llegué a este paradisíaco valle que se encuentra entre el monte Cronos y las afluencias de los ríos Alfeo y Gladeo, en la parte occidental del Peloponeso. Olimpia fue uno de los más importantes santuarios en la Antigüedad y de los más bellos lugares que visitamos en nuestro periplo por el Peloponeso. Se cree que desde el tercer milenio a. C. se construyó el primer santuario de este lugar, el Geión dedicado a la diosa GEA, quien fuera madre de Cronos, abuela de ZEUS, ubicado al pie del monte Cronos. Según Pausanias, fue el más antiguo Oráculo de Olimpia.
No es creíble ver en este mundo tanta luz, tanto verdor y gracia florida, y el sentimiento de infinita paz y dulzura que se experimentan en este lugar divino. Aquí se sustentan desde la más remota antigüedad competencias lúdicas entre los dioses y los hombres, como debe de ser.
El rey Aetlio, el primer rey de la ÉLIDE, nos cuenta Pausanias, fue qien empezó a organizar los juegos olímpicos, así llamados porque ZEUS (olímpico) venció en una competencia a su padre CRONOS, el Tiempo, y fue también que por medio de estas competencias el rey Aetlio eligió de entre sus 3 hijos al sucesor de su reino. También se dice que otros dioses compitieron y que APOLO venció a ARES en el pugilato y a HERMES en la carrera.
Las competencias se realizaban cada 5 años, como lo decretó Heracles (el mayor de los 5 hermanos que tuvieron a su cargo el cuidado de la infancia de Zeus, a quien alimentaron con leche de la cabra AMALTEA) por ser ellos 5. Hasta que después del reinado del rey OXIDO estas competencias cayeron en el olvido.
Fue hasta el año 884 a.C. que el rey IFITO pregunta al ORACULO de DELFOS qué hacer para salvar a Grecia, azotada por guerras civiles y epidemias; y el decreto fue: “Recomenzar los Juegos Olímpicos”
Es muy bella esta leyenda en la que se nos enseña cómo unir fraternalmente a los hombres, y siento que el solo hecho de estar aquí anula todo mal pensamiento o mala intención.
Por supuesto los juegos recomenzados trajeron lo que llamaron “la Tregua Sagrada”, que se inscribió en una placa de bronce llamado “el Disco de Ifito” que se colocó en el templo de HERA, en donde lo vió Pausanias, en el año 160 de nuestra era. Esta Tregua Sagrada era anunciada en todo Grecia por representantes de la ÉLIDE llamados ESPONDÓFOROS, y dió al Santuario de Olimpia tanta autoridad y tan alto privilegio que la institución de los Juegos Olímpicos se mantuvo durante muchos siglos pujante y joven.
El mes sagrado, en que se ejecutaban los Juegos se sitúa entre los meses de Julio y Agosto, por ser la época de Apolo, aunque después se alargó a tres meses. Para esta época se decretó una regla que fue siempre respetada: NO HABER GUERRAS NI ENEMISTADES. Se dice que este mensaje de paz tenía la fuerza de apaciguar pasiones, neutralizar el mal, unir a los ejércitos enemigos y hermanar en el campo de batalla, de dar paz en toda GRECIA, más también esto revela la profunda religiosidad con la que este mundo griego supo entender el divino mensaje.
Herodoto nos habla del profundo sentido que tenían estos juegos: el de la coexistencia armoniosa de la virtud y la fuerza física en el individuo, para la creación de una personalidad espiritual y una raza virtuosa y fuerte.
He aquí por qué el premio al vencedor era solo una corona de rama de olivo, la cual despúes del sacrificio ofrecido a las ninfas KALISTÉFANIS, en donde se encontraba el olivo en cuestión, un niño cortaba la rama con un cuchillo de oro y hacía las coronas.
La llegada a este paraíso, desde la Argólida, es un periplo delicioso, un camino poblado de CIPRESES, LAURELES y grandes extensiones de olivares. Una serie de suaves Colinas cubiertas de pinos baja ondulante hacia el santuario entre pintorescas aldeas, y terminan en el monte CRONOS.
En este contexto maravilloso se encuentran las ruinas de Olimpia, estragada, entre otras cosas, por el terremoto padecido en el s. VI de nuestra era. Esto lo escucho en el relato que hace Rula (la guía), en tanto que el hombre turco, de nuestro grupo, algo le discute con tono de dar a entender que está muy enterado. Yo no hago mucho caso, pues creo que Rula es como casi todos los guías, que solo saben memorizar, ya tendría oportunidad de comprobar, felizmente, que no era así. Por el momento, prefería compenetrarme del olor y color y sentir por mi cuerpo el correr del fresco viento que corre por Olimpia.
Olimpia nunca fue una ciudad, sino un Santuario, uno de los más importantes, como ya dije, es por esto que las construcciones que se fueron haciendo a lo largo de épocas sucesivas respondían a una doble finalidad, el Culto y el Atletismo: en el ALTIS se concentraron los edificios dedicados al Culto. ALTIS significa bosque, pues era una region cubierta por olivos silvestres, sauces y otros árboles. Pausanias dice que este nombre le fue dado desde sus remotos inicios, y dentro de sus límites se encontraban los templos de ZEUS y HERA y el de REA. Además, también estaban los templos PELOPIO y el HIPODAMIO, el FILIPEIO, y una multitud de altares y miles de estatuas. Aún puede verse una avenida de 65 basamentos en donde estaban colocadas estatuas de ZEUS. Un muro bajo con 2 puertas, la del Norte y la del Sur, separaba el ALTIS de los edificios que eran utilizados para el Atletismo: la Palestra, el Gimnacio, etcétera.
Lo increíble, aparte de toda la magnificencia, elocuente sacralidad, belleza, etcétera, es que para la construcción de estos edificios, realizados en estilo dórico, se utilizó piedra local, en cuya formación existen conchas fósiles. Este tipo de piedra proviene de las regiones vecinas, especialmente de las montañas que se levantan al frente de Olimpia; según los geólogos, la existencia de estas piedras indican que millones de años atrás, esta región era fondo marino.

VAYA A OLIMPIA, Y SEA ETERNO.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hermosa narración, verdadero espíritu griego que corre a través de de sus guardianes, hasta la médula de nosotros los griegos de Homérica Latina
Felicidades!